(…) no importa que vengan aviones mercenarios tripulados por criminales de guerra y amparados por intereses poderosos del gobierno norteamericano, porque aquí hay un pueblo que no se deja confundir por los traidores, (…) hay un pueblo que no le teme a la aviación mercenaria, como no le temieron las tropas rebeldes cuando avanzaban a la ofensiva, a los aviones de la dictadura…
Estas ideas fueron expresadas por Camilo Cienfuegos en su último discurso. Era el 26 de octubre de 1959. Frente al Palacio Presidencial se congregaron un millón y medio de personas, tras la convocatoria a condenar recientes agresiones extranjeras, en defensa de la soberanía nacional y en apoyo al gobierno revolucionario.
Esta manifestación de pueblo, estos obreros, estos campesinos, estos estudiantes que hoy vienen a Palacio, nos dan las energías suficientes para seguir con la Reforma Agraria, y no se detendrá ante nada ni nadie dijo Camilo, entre abrumadores aplausos.
Eran las 4.00 de la tarde. Habían pasado diez meses del triunfo de la Revolución. Aún no se habían nacionalizado las compañías norteamericanas, principal argumento del Norte para su arremetida contra los cubanos en la isla.
Sin embargo, solo en aquel mes de octubre ocurrió el secuestro en pleno vuelo de un avión DC-3 de Cubana y obligado a aterrizar en Miami. El avión no fue devuelto, y el costo fue de 90 mil pesos de la época; esto sucedió el día diez.
El día 11, un avión procedente de Estados Unidos bombardeó el central “Punta Alegre”, en el municipio Chambas, Ciego de Ávila.
El 21, resultaron muertos varios hombres y heridas 47 personas heridas durante un bombardeo a La Habana, por parte del terrorista Pedro Luis Díaz Lanz. El costo fue de 108 mil141pesos de la época.
Ese mismo día, una avioneta procedente de Estados Unidos bombardeó el central (“Primero de Enero”), de Ciego de Ávila; otra nave norteamericana hizo lo mismo sobre el central “Punta Alegre en el municipio Chambas de la misma provincia. El costo fue de varias vidas y 27 mil 593 pesos.
El propio 26 de octubre, otra nave de la misma procedencia redujo a cenizas el central azucarero Manuel Sanguily en Pinar del Río. Y en un ataque al periódico Revolución, resultó herido grave un periodista. También causó graves daños materiales. Estos hechos, entre otros que mo mencionamos, en aras del tiempo.
Razones sobraban para un discurso semejante entre la multitud que apoyaba sus palabras:
Para detener esta revolución cubanísima, tiene que morir un pueblo entero, y si eso llegara a pasar, serían una realidad los versos de Bonifacio Byrne:
“Si deshecha en menudos pedazos / se llega a ver mi bandera algún día, / nuestros muertos, alzando los brazos, / la sabrán defender todavía…”.
Esta fue la última vez que Camilo Cienfuegos le habló al pueblo de Cuba, tras su fatídica desaparición dos días después.
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