“Vosotros sois los llamados, por mandato de nuestros jefes superiores, a llevar vuestras triunfadoras armas hasta los confines de Occidente y auxiliar a nuestros hermanos de aquellas regiones”, así expresó Antonio Maceo, hace hoy 129 años.
Lo hizo a la sombra de Los Mangos de Baraguá, ante los hombres de la columna que habría de partir, pocas horas después, a protagonizar una hazaña que pasaría a la historia como un hecho de icónica relevancia: la Invasión de Oriente a Occidente.
Era el 22 de octubre de 1895. Allí se puntualizaron los objetivos, entre los cuales, estaban extenderse por toda la isla, fragmentar las tropas españolas; aumentar en número de armas y sumar más combatientes al Ejercito Libertador.
¡Orientales, la suerte de la Patria está en vuestras manos!, agregó Maceo, y marcharon hacia los caminos de Cuba.
En un primer momento, los independentistas lograron burlar el alto militar en Holguín, avanzar hacia Camagüey, cruzar la trocha de Júcaro a Morón, y unirse al generalísimo Máximo Gómez en predios villaclareños.
Con razón fue una gesta liderada por Maceo y Gómez fue considerada en su tiempo como “el hecho de armas más glorioso de la centuria”. Cuando los insurrectos llegaron al centro del país, el general enemigo Arsenio Martínez Campos disponía de 250 mil hombres armados para contener a 4 mil 500 mambises. Y no lo lograron.
Al entrar la columna a La Habana, con un número mayor de fuerzas, los invasores avanzaron por toda la ciudad. En este punto Maceo y Gómez se separaron: Gómez, con su tropa quedó en la capital, mientras Antonio Maceo y sus hombres avanzaron hacia Pinar del Río.
Mientras Maceo se batía en tierras pinareñas, Máximo Gómez distraía a los españoles en La Habana en un constante ajetreo para desvirtuar las tropas enemigas.
La etapa final de la invasión ocurrió con la entrada del Titán de Bronce en Pinar del Río y su llegada al pueblo más occidental, Mantua, el 22 de enero de 1896, después de derrotar a las tropas hispanas que quedaron prácticamente cercadas en la cabecera de esa provincia.
Durante los tres meses que duró la travesía, los libertadores recorrieron a pie y a caballo cerca de mil 800 kilómetros, sostuvieron 27 combates, ocuparon 22 poblaciones importantes y arrebataron al enemigo abundante armamento, incluidos 2 mil 36 fusiles y 67 mil cartuchos.
La invasión de Oriente a Occidente resultó una campaña de trascendental importancia militar, económica y política para el país; devino “el despertar” de los cubanos a favor de la causa independentista y, con toda justeza, consagró al prestigio del Ejército Libertador.
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