Ubicada a unos 13 Kilómetros de la ciudad de Manzanillo, en la carretera hacia el municipio costero de Campechuela, se localiza la comunidad La Demajagua. El terreno del pueblo es de forma regular, con la excepción de una pendiente que tiene acceso hacia el mar.
Hoy este asentamiento manzanillero cuenta con un consultorio médico de la familia, una escuela primaria, las tiendas del pueblo “La Victoria”, y un monumento de incalculable valor histórico. Por eso, y por mucho, resulta imposible no asociarlo con el inicio de las guerras por la independencia de Cuba.
El lugar que ocupa el monumento La Demajagua fue, otrora, el ingenio adquirido por el bayamés Carlos Manuel de Céspedes en 1866; y donde dos años más tarde, en la madrugada del 10 de octubre de 1868, el repique de una campana marcó el comienzo de un siglo de luchas.
Registra la historia que los esclavos coincidieron en la plazoleta con campesinos y gente de la ciudad. Juntos, oyeron a Céspedes, quien desde ese momento los consideró hombres libres y los convocó a sumarse a la gesta independentista.
“Nadie ignora que España gobierna la isla de Cuba con un brazo de hierro ensangrentado; no sólo no la deja seguridad en sus propiedades, arrogándose la facultad de imponerle tributos y contribuciones a su antojo, sino que teniéndola privada de toda libertad política, civil y religiosa, sus desgraciados hijos se ven expulsados de su suelo a remotos climas o ejecutados sin forma de proceso, por comisiones militares establecidas en plena paz (…)”, dijo quien en lo sucesivo se convertiría en El padre de la Patria.
Carlos Manuel de Céspedes organizó las tropas y elaboró el manifiesto que daría a conocer al mundo que los cubanos comenzaban la lucha armada por su libertad. Las duras pruebas no se hicieron esperar. En el primer encuentro con las fuerzas colonialistas, los revolucionarios se dispersaron y solo 12 hombres lo acompañaron. Entonces replicó con energía: “¡No, aún quedan 12 hombres! ¡Bastan para lograr la independencia de Cuba”!
Pocos días después se reagruparon las filas y la insurrección se consolidó en todo el Oriente y el Centro del país. En la manigua combatieron con las armas que le arrancaban al enemigo, una tradición que acompañaría a los mambises del 95, y después a los combatientes de la Sierra Maestra hasta el 1 de enero de 1959.
En la actualidad, existe el testimonio el vivo: el camino no tiene pérdida. A 13 Kilómetros de la ciudad de Manzanillo, en la carretera hacia el municipio costero de Campechuela, está La Demajagua y lo que fue un ingenio con todos los recuerdos.
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