“Defender la alegría como una trinchera… / defenderla del escándalo y la rutina / defender la alegría como un principio /defenderla del pasmo y las pesadillas / defender la alegría como una bandera.
Estos son versos de Mario Benedetti, uruguayo ilustre quien, con su escritura inmortal, consiguió que todas las tierras del mundo lo sintieran como hijo propio. Cuba, una de ellas, lo abraza ahora con fuerza en la eternidad, aunque ya sumen 104 años de su nacimiento en Paso de los Toros, el 14 de septiembre de 1920.
Benedetti viajó a La Habana invitado por la Casa de las Américas para integrar el jurado del Premio Literario que otorga esta editorial cubana. En su poesía dejó testimonio de su primer contacto con la isla:
“Es muy probable que con esos cultores del verso que se siguen estudiando y citando, se escriba la historia de los pueblos” . Así dijo de los poetas con obras en concurso, palabras que legitimaron su admiración, desde la distancia, hacia el proceso revolucionario cubano.
“El año 59 fue decisivo, no solo para mí, creo que también para todos los latinoamericanos. Algo aconteció en ese año que cambió la relación de fuerzas, los puntos de vista, las actitudes humanas, y fue la Revolución Cubana”.
No se olvida a los amigos ni a los Maestros. Por eso hacemos un alto y evocamos a Mario Benedetti, uno de los máximos representantes de la poesía latinoamericana y del mundo, que sintió a Cuba como suya, y así lo expresó con su lenguaje llano y fácilmente comprensible.
Recordamos hoy sus palabras tan suyas, y a la vez tan de nosotros; y sus versos que convidan a andar por donde se dan los buenos pasos, y por donde haga falta cantarle al amor, la alegría y la paz.
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