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“La historia por asalto”

Publicación: 9 Dic, 2024

Categorías: Isla de la Juventud

Hace más de siete décadas, un grupo de jóvenes cubanos intentó tomar el cielo por asalto, como habían hecho en otro tiempo y geografía los comuneros de París. Eran casi niños que acaso sabían disparar con escopetas de pájaros, pero estaban convencidos de que para el pueblo era imprescindible su liberación definitiva…

Por estos días de 1953 se perfilaban los detalles de la gesta, que tuvo como antecedente el centenario del natalicio de José Martí. La juventud revolucionaria había organizado un desfile desde la escalinata de la Universidad hasta la Fragua Martiana. Fue el Desfile de las Antorchas en el cual participó el pueblo y, entre la multitud, los bloques de la Generación del Centenario con Fidel como máximo líder.

Fue esta una de las primeras acciones de la organización que tenía un carácter secreto, selectivo, y solo el jefe de la célula recibía orientaciones de la Dirección Nacional formada por dos comités de dirección: uno civil y otro militar, al frente de ambos se encontraban Fidel Castro y Abel Santamaría. Y allí estuvieron de acuerdo en que “hacía falta echar andar un motor pequeño que ayudara a arrancar el motor grande”: el pequeño serían “los asaltos” llevados a cabo por ellos; y el grande, la movilización popular revolucionaria con las armas arrancadas a la tiranía.

La valerosa generación del centenario había asumido el compromiso de conquistar la soberanía de la nación; y para ello se organizaron y crearon las condiciones. 

Con jóvenes como Elpidio Sosa, que vendió su empleo y se presentó con trescientos pesos para la causa; Fernando Chenard, que se deshizo de los aparatos de su estudio fotográfico con el que se ganaba la vida;  y Pedro Marrero, que empeñó sus sueldo de muchos meses, lograron comprar unas 150 armas.

En el más estricto secreto, realizaron el entrenamiento militar. A estas prácticas se les sumaron varios jóvenes en la Universidad de La Habana y un grupo de simpatizantes…  

Después llegó el momento de elaborar el Plan de Acción. Una vez concebido Renato Guitart recibió la misión de hacer el croquis del cuartel santiaguero y buscar alojamiento en la provincia; mientras que a Ernesto Tizol se le encomendó alquilar la Granjita Siboney, a la salida de Santiago de Cuba, donde se escondieron uniformes, armas y automóviles.

Allí se ultimaron los detalles y se escogió la fecha para las acciones. Por ser domingo y día de carnaval en Santiago, “los asaltos” tendrían lugar el 26 de julio. La madrugada sería de congas que acallarían disparos; y amanecería color rosa la mañana de la Ana.

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