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Alegría de Pío, punto de partida de la lucha por la victoria

Publicación: 14 Jan, 2025

Categories: Featured | Isle of Youth

Habían transcurrido pocas horas del desembarco de los expedicionarios del Granma. Después del tortuoso trayecto, desde Tuxpan, México, hasta playa Las Coloradas en el oriente cubano, no hubo espacio para el reposo. Los hombres saltaron del navío hasta el pantano que los sumergió hasta más arriba de la cintura. 

Durante horas por ciénagas de agua de mar con botas nuevas. Esto provocó ulceraciones en los pies de casi toda la tropa. Ya en tierra firme, este no fue nuestro único enemigo.  Sin alimentos, después de haber estado mareados por falta de costumbre al vaivén del mar.  Todo esto dejó huellas en el grupo de bisoños que nunca habían entrado en combate”, así narró años después Ernesto Guevara de la Serna en Pasajes de la Guerra Revolucionaria…

Luego de tres días de caminata, se adentraron en una colonia cañera, situada en el sitio conocido como Alegría de Pío. Un práctico de la zona los condujo hasta allí, y este no demoró en traicionarlos al brindarle su ubicación al ejército batistiano.

 “Al guía se le había dejado en libertad al llegar al punto de descanso, cometiendo un error que repetiríamos algunas veces durante la lucha, reflexionó el Che Guevara en sus memorias. 

El exceso de confianza de los revolucionarios en el terreno fue como una señal de humo para el enemigo. Enseguida los aviones sobrevolaban el cañaveral.  “Mi tarea en aquella época, como médico de la tropa, era curar las llagas de los pies heridos. Creo recordar mi última cura en aquel día. El compañero se llamaba Humberto Lamotte; y esa era, también, su última jornada. Varios de los rebeldes corrieron la misma suerte”, contó el Che. 

Justo a las cinco menos cuarto de la tarde, iniciaron las escaramuzas de los fieles al  gobierno de turno. La meta de los revolucionarios era llegar a la Sierra Maestra,  pero el fuego cerrado y sorpresivo desvaneció esos pensamientos. ¡Ríndanse!”, conminaban a cada instante las huestes batistianas. No obstante, desde el sitio en el que se hallaba parapetado, Juan Almeida Bosque respondió- !“Aquí no se rinde nadie…!” Y así fue. Los jóvenes, desorientados en un lugar desconocido, tuvieron que dispersarse en varios grupos.

De aquel combate pudiera decirse que fue un golpe al corazón de la tropa rebelde, el 5 de diciembre de 1956. Como sucedió en los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, una parte de los prisioneros serían asesinados luego y reportados como caídos en el combate. Así hicieron con 18 de los 21 revolucionarios caídos. Sin embargo, la aparente derrota no se consumó.

Los sobrevivientes soportaron la lucha desigual hasta fortalecerse y, desde la Sierra Maestra y la Clandestinidad, gestar el contraataque que sacudió los cimientos de la tiranía,  y derrocó a Fulgencio Batista el primero de enero de 1959.

Aquel suceso pasó a la memoria histórica como “el bautismo de fuego de los expedicionarios que juraron ser libres o mártires. “!Aquí no se rinde nadie!” ; fue la respuesta del autor de la Lupe en el escenario de Alegría de Pío, certeza adoptada por pueblo cubano que trasciende, pasados 68 años.

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